A mediados del siglo pasado,
un famoso actor procedente de la cultura tapatía mejicana, hizo conocida una frase:
“yo no fui”. Con ella deslindaba cualquier responsabilidad en un asunto
meramente amorosa. Cuatro décadas después, un chico rubio de caricatura con
picos en la cabeza, más que cabellos, emuló la frase nuevamente arrebatando
carcajadas de sus millones de televidentes: Bart Simpson. Quien habría de
imaginarse que más de mitad de siglo después un partido de Gobierno, liderado
por un auto identificado “indígena”, el presidente Evo Morales, quien quizá
jamás vio una de las películas del mentado “Pedro Infante”, autor de la frase,
volvería a utilizar este concepto ante
la opinión pública, tras acaecer un conflicto en el que más de medio millar de policías
reprimieron violentamente a sus “hermanos” indígenas quienes marchan en defensa
del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro- Sécure (TIPNIS).
GOBIERNO Y
RESPONSABILIDAD: YO NO LO HICE...
"Yo no fui. Nadie me vio haciéndolo.
No pueden probar nada". A la de Bart,
políticos del Gobierno
intentan evadir su responsabilidad
Es de público
conocimiento que a la fecha aún se desconoce oficialmente quien mandó a
reprimir a los casi
mil marchistas, quienes este sábado en la madrugada reiniciaron la caminata,
después de obtener garantías parciales para su movilización y tras ser
respaldados por sectores sociales de los nueve departamentos. Así arribaron hoy
a localidad de Marimono, frontera entre Beni y La Paz, mientras autoridades
municipales de Palos Blancos, los homenajearon e invitaron a que lleguen al
pueblo a descansar.
En
principio, el general Muñoz, comandante de la Policía, aseguró que la
intervención está amparada en una orden fiscal. “Lo que se ha hecho es evacuar
a la gente de la forma más ordenada posible, sacarlos y embarcarlos en
vehículos a sus comunidades, se está haciendo la clasificación de la gente para
enviarla a sus regiones”, dijo a los medios.
En un
ambiente caldeado, donde se multiplicó el apoyo a los originarios y las
agrupaciones de ambientalistas, las miradas acusadoras se dirigieron a un punto
claro: al entonces ministro de Gobierno, Sacha Llorenti. En un acto
desesperado, este acusó primero al exviceministro Marcos Farfán, asegurando que él no emitió la orden de represión. Después,
increpó a la Policía de haber procedido arbitrariamente.
Esa misma
noche, el canal Cadena A, mostró una entrevista a Guadalupe Cárdenas, asesora
de sub oficiales clase de la policía, quien aseveró “los clases fueron carne de
cañón en la represión, luego de mandarlos a intervenir, (el Gobierno) los dejó
a su suerte con un viático de 20 bolivianos por día, después de haberlos
utilizado para enfrentar a los indígenas. Si a uno de estos policías, el señor
Presidente los quiere enjuiciar, los quiere dar de baja o los quiere procesar,
sí va haber amotinamiento”.
Claramente exhausto y con
el semblante maltrecho por los últimos antecedentes, el otrora exrepresentante
de Derechos Humanos, dimitió de su cargo. "He tomado esta decisión porque
no quiero convertirme en un instrumento de la derecha, de la oposición, que lo
que pretende es atacar el proceso de transformaciones estructurales y también
dañar la imagen de nuestro Presidente".
“No es
la primera vez que me pasa esto, antes me culparon
igual y me llamaron asesino, terrorista y narcotraficante (…) Estos problemas
que se presentan no son nada para mí. La prensa dice desde Yucumo, nueve
muertos, seis muertos y un niño muerto, ahora ¿que demuestren donde está el
muerto? A mí no me asustan”, señaló este viernes Morales, en el
aniversario de Tocopaya de la provincia Arque de Cochabamba. Así, no hizo más
que redoblar la apuesta e indicó que seguirá adelante con su denominado
“proceso de cambio”.
Y... continuará.
Texto: Adrian Cristian Fournier