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Adrian Cristian Fournier Rojas
Frente a la fortaleza mermada del poder de Gobierno se encuentra una mano invisible externa que se hace, al menos, perceptible con el conflicto que tiene como protagonistas paradójicos a indígenas bolivianos, mal llamados de oriente y occidente y bajo el tono eufemístico, denominados de tierras bajas y altas.
La marcha que inició el pasado lunes con la mitad de la gente que lleva ahora, 500 originarios, cobró matices diferenciados después se la atacara y tildara de política, por parte de autoridades de Estado, quienes otrora pidieron su apoyo y se encaramaron en el poder gubernamental con su respaldo, desde hace cinco años.
En los últimos dos días, unas pruebas de los contactos establecidos por teléfono entre dirigentes, cuestionados desde antes por falta de representatividad, como es el caso del Mallku Rafael Quispe de CONAMAQ, con la embajada de Estados Unidos, desató un escándolo mediático, que sin piedad, arremetió contra el partido de Gobierno “por la intromisión a la privacidad”, dejando de lado, el problema de raíz.
La espada de Damocles pende sobre la cabeza de la justicia y la libertad ciudadana, ahora cuando, por un lado se debate con extremada fuerza la “desafortunada denuncia”, de casi dos horas, del presidente Evo Morales en el canal gubernamental el 21 de agosto. Frente a la mimetizada e invisibilidad, sobre todo por los medios masivos, que una vez más muestran su rostro empresarial, con intereses externos muy arraigados a la oposición al que calificó de ser un “Gobierno capitalista con rostro de indio” o, peor aún, con rostro de “cocalero avasallador y colonizador”.
VIVIR PARA CONTARLO. VA MÁS ALLÁ DE LOS INVENTOS TÉCNICISTAS DEL POLÍTICO. En mi travesía por Trinidad, por tres días pude compartir la vivencia, el trajín y el éxtasis del inicio y desarrollo, en un principio, de la marcha que representa un motivo de “reivindicación histórica para los originarios”.
Altos, fuertes y fornidos, bronceados por la calidez del clima bendecido del oriente y las tierras exóticas del parque natural del TIPNIS, marchan sin descanso por el sendero polvoriento y monte, con dirección a la Sede de Gobierno. Es la familia Tamo, cuyo máximo líder llegó a ser Sub alcalde del lugar, Pedro Tamo. ”Es una muestra de la tradición del Trinitario chimán, asentado en Concepción de Tamo”, mencionó con un gesto de dolor y cansancio, después de ser atendido por paramédicos, pese a su favorable estado físico, Conrado Tamo, quien con sus 64 años, es uno de los tres hombres más viejos que habita en la población que lo vio nacer.
“Yo llegaré hasta donde se entable el diálogo, el pequeño problema que tuve fue por falta de hidratación y mi avanzada edad”. Su compromiso con la marcha, va más allá de intereses políticos con menciona el presidente Evo Morales. “Lo hago por la defensa la naturaleza basta de mi pueblo porque yo soy hijo del fundador de Concepción ‘Santiago de Tamo’ y en mi pueblo la gente recibe el apellido en común, todos los más de 200 habitantes”.
Así como Tamo existen más de 1.000 indígenas que marchan por conservar su medio ambiente, sus tierras y, ante todo, su forma de vida, alejada, sino por mucho, del voraz sentido capitalista del boliviano y, por aún el extranjero, civilizado.
¿Y LAS SOLUCIONES? COMO, AHÍ LA CERRAMOS…
La fatídica movilización, con niños a pecho, madres y jóvenes enfermos y ancianos, persiste encaramada por su orgullo, amor y fe en su lucha, expuesta a sol abierto con 37 grados. Durará, al menos, 25 días más, tomando en cuenta que en más de una semana no se sobrepasó los 70 kilómetros de caminata y aún resta un prolongado trecho de 530 kilómetros hasta que puedan ingresar a la también “polémica”, Plaza Murillo, el punto cero de ciudad de La Paz.
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